Sus inicios fueron, como muchos de los talentos deportivos de nuestro país, producto de una casualidad. Hoy, con 9 años, ya se encumbra en el 1er. lugar del ránking Nacional de Patinaje Artístico, Modalidad Libre y Figuras en la categoría Mini Infantil Damas.
Isidora derrocha concentración y confianza en sus palabras. La pequeña patinadora, oriunda de Coquimbo y hoy radicada en Peñalolén, se inició hace dos años en un parque de La Serena, donde “una vez vi entrenar a un club, lo que despertó mi interés por esta disciplina”, señala.
En ese momento, supo que el patinaje artístico era lo que quería y tras probarse en un club de la zona, pasó a formar parte de sus filas. Su primera competencia demoró un tiempo, porque “aún llevaba muy poco tiempo desarrollando la actividad, pese a poseer las cualidades para competir”, cuenta Henry Legger, padre de Isidora.
Nueva vida en torno al patinaje artístico
A medida que el ritmo de los entrenamientos y los frutos de éste comenzaron a poner sobre la mesa el talento de Isidora, sus resultados no tardaron en llevarla al Seleccionado Nacional de Patinaje Artístico en 2015.
Actualmente pertenece al Club de Patinaje Artístico San Miguel, y paralelamente entrena dos veces por semana en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) bajo la dirección de Rafael Mariano, seleccionador nacional.
En junio de 2016 consiguió el 3º lugar en la Modalidad Combinada, categoría Mini Infantil Damas; en el Campeonato Panamericano de Patinaje Artístico en Sao Leopoldo, Brasil, realizado entre el 16 y 25 de junio pasado. “Es muy emocionante estar ahí antes de participar. Hay nervio previo pero después se pasa”, nos cuenta.
Colegio, patinaje y vida familiar
El patinaje artístico se ha transformado en el epicentro de las actividades de la familia Legger, quiénes “nos trasladamos a Santiago para que Isidora pudiera continuar sus entrenamientos y participar de más campeonatos”, indica Henry.
Por su parte, para Isidora, “el nivel de las deportistas es mucho mejor acá en Santiago que en La Serena, lo que es un gran estímulo para superarse día a día”, pese a los esfuerzos que su familia debe realizar a diario para coordinarlo todo.
Asimismo, compatibilizar sus estudios con el deporte requiere mucho esfuerzo. Tras salir del colegio, “llego a casa, me cambio ropa y voy a entrenar. Luego, regreso a casa a las 22:30 y a partir de las 23:00 realizo mis tareas y estudio”. Hoy cursa Cuarto Básico en el Boston College de Alto Macul.
Otra arista es la económica, “todo es costeado por la familia: viajes, implementos”. Esto es, sin duda, una de las caras menos amables de una familia en cuya cuna hay un deportista de alto rendimiento, pues en muchas ocasiones, el rendimiento comienza a supeditarse a la capacidad económica del núcleo familiar.
Sin embargo, su padre no ve en esto un impedimento para seguir, “la apoyaremos hasta que podamos. Mientras sea feliz, lo haremos, pues la calidad de vida que está asociada al deporte, es inmejorable”.